Los Javis no están tocados por una varita. No son Pedro Almodóvar, no son Isabel Coixet, no son especiales, no son unos genios…
Son personas, como tú y como yo, es decir, de verdad. Y me parece el piropo más bonito que se puede recibir.
Nos pasamos la vida endiosando relaciones, elevando a los más altos altares a ciertos artistas, creando referentes inalcanzables. Nos pasa con nuestros vínculos cercanos, nos pasa con nuestros ídolos. Los más humildes dirán que algún vínculo cercano es su ídolo, pero eso ya es otra historia.
La honestidad reside en las personas comunes, en las situaciones comunes y en las cosas comunes. De estas cuando te enamoras es mucho más mágico, porque no tienen que estar siempre manteniendo ese status. No tienen por qué cumplir unas expectativas. Simplemente son. Sin cuestionarlas, sin examinarlas.
Los Javis son un referente para muchos creadores porque han llegado ahí a contar las historias que quieren a base de esfuerzo. A base de haber consumido mucho cine, de haber estado erre que erre, de no parar y de contar lo que querían contar, destapando sus traumas, sus miedos, las emociones que han sentido estando en el lugar que no les pertenecía y sobre todo sus incongruencias como seres humanos. Han localizado lo que querían contar y lo han contado.
Además lo han hecho fantásticamente bien porque detrás de #LaMesías hay una madurez artística impresionante. Con “Paquita Salas” con la que me he reído a rebosar, nos han regalado memes con los que toda una generación han construido sus discursos, algo que solo ha hecho en las últimas décadas en televisión “Aquí no hay quien viva”. De “Paquita Salas” han pasado ya 7 años. Y se nota.
La evolución que tienen desde la sitcom protagonizada por Brays Efe hasta ‘La Mesías’ es evidente. Los planos son adultos, la narrativa está perfectamente hilada y los actores y actrices, tengan la edad que tengan, están dirigidos por unos realizadores veteranos, que solo tienen 32 y 39 años.
Junto a todo esto, los que me conocéis sabéis que soy un friki de los formatos y de cómo se cuentan las cosas… No me voy a centrar en las insistencias de Calvo y Ambrossi en demostrar que son cinéfilos, eso se manifiesta claramente en algunas escenas.
Pero destacar la estrategia de Movistar+, no sé si elegida por los autores o por la empresa, de subir un capítulo por semana. Nunca me había parado a pensar en la necesidad que tienen algunas historias de disponer unos días de por medio entre capítulo y capítulo para reflexionar. Siempre había pensado que cada uno, como espectador podía hacer lo que le viniera en gana. Hasta ahora.
No voy a convertirme en un dictador por esto, no. De hecho, cada uno que haga lo que quiera… Pero ahora mismo mi opinión ha cambiado en cuanto a que una narrativa puede influirte, puedes amarla u odiarla, puede hacerte ver cosas que en el visionado no viste, valga la redundancia… Dependiendo de si está siendo consumida de un atracón o con unos días de por medio.
La Mesías necesita reflexión.
Necesita que la converses con quien la está siguiendo como tú. Necesita que madure eso que te ha parecido y que realmente es o que realmente no es ni de lejos. Necesita que profundices en los personajes, no por empatizar con ellos, sino por entender su contexto y por abrirte puertas que no veías por ir con prisas.
Necesita que transites la historia desde la pausa porque con la pausa a veces también se camina.
Y la reflexión que “La Mesías” me brinda, no es otra que la urgencia con la que necesitamos pararnos a reflexionar.
Es imposible verle las venas a una persona si no te paras a observarlas y a veces a apretarle el brazo para que se noten. No podemos leer entre líneas si solo leemos las líneas. No podemos fijarnos en el fondo de un primer plano si no deconstruimos el desenfoque que hace destacar al sujeto primero. No podemos querer a una persona de verdad si no nos paramos a conocerla. No valoramos el tiempo si no nos damos cuenta que estamos en un ahora. No apreciamos que tenemos sentidos, ni que respiramos.
No reflexionamos porque la reflexión solo se crea dándole margen para que crezca. No existiría la evolución si nadie hubiera esperado a que ese árbol diera sus frutos.
La verdad y la reflexión son los dos pilares de “La Mesías” y a mí “La Mesías” me ha valido para reflexionar sobre la reflexión. La reflexión de verdad.
Lo de Los Javis es lo de Los Javis. Y eso está bien porque no es de nadie más.